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AutorModesto Seara Vázquez

EditorialUNAM

Lugar y Año México, 1961

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Introducción al Derecho Internacional Cósmico

El autor de esta obra se ha dedicado ahincadamente al estudio de una especialidad que constituye verdadero hallazgo: me refiero al Derecho Cósmico.

¿Cuando nació en el doctor Seara la inspiración de aplicarse a tal materia? El 4 de octubre de 1957, cuando se lanzo al espacio el primer Sputnik. De ahí que su tesis para el doctorado en la Universidad de París verso sobre esta flamante materia, no siendo el, en realidad, el primer estudiante de tal doctrina, que ya tenia cierta tradición, sino el Príncipe de Hanover y algunos mas.

Para mantenerse al día de esa naciente disciplina hizo viaje a Londres a fin de asistir al segundo coloquio sobre el Derecho del Espacio que tuvo lugar en aquella urbe en 1959, donde presento una ponencia: "Reglamentación funcional del espacio", sentando las bases de esa teoría que esta siendo aceptada sobre los juristas. También asistió al cuarto coloquio celebrado en Washington, presentando otra ponencia: "Aspecto jurídico del reconocimiento por medio de satélites."

Sobre el Derecho Cósmico ya se ha escrito mucho en revistas y periódicos; pero los estudios mas serios son pocos, entre ellos este libro, que tendrá seguramente la mayor trascendencia y resonancia no solo en México, sino en el mundo entero.

El doctor Seara estudia con acopio de hechos y doctrinas "La Responsabilidad en Derecho Internacional Cósmico", que puede resultar de la navegación interplanetaria en cuanto se refiere a la seguridad del hombre en los estados subyacentes, llegando a la conclusión de que son los Estados los responsables de los danos que pudieran causar a terceros y que esos danos deben ser, es inconcluso, reparados por el Estado causante.

Cuales son los propósitos que persigue la publicación de esta obra que significa una verdadera primicia en el derecho del espacio? El básico de sus fines es el de conseguir la reglamentación funcional de la navegación en el espacio extraatmosférico.

El autor trata asimismo de una cuestión fundamental: el derecho soberano de los Estados sobre el espacio estratosférico, llegando a la conclusión de que el viejo concepto de que la soberanía de los Estados sobre el espacio es ilímite, no es aceptable. Tal teoría es ya obsoleta; es decir, la soberanía de los Estados, en la atmósfera terrestre, es valida jurídicamente; pero ella no puede extenderse al espacio exterior, de lo que se deduce que precisa delimitar ese espacio. ¿Cómo? Por el único medio posible y aceptable que nos parece incontrovertible: por un acuerdo internacional.

El doctor Seara analiza en su interesante estudio los mas variados problemas que surgen de la navegación espacial con un acopio de tal manera nutrido de citas de juristas, que puede asegurarse que es uno de los tratadistas mas eruditos en esa moderna especialidad. En la inteligencia de que, su erudición, no tiene el objeto de alardear de sus conocimientos, sino el de cumplir el deber altruista de los verdaderos maestros: el de constituirse en guía de quienes se interesen en esta rama del Derecho que interesa profundamente no solo a los jurisconsultos, sino a los hombres de Estado, ya que son estos los responsables de lo que pueda acontecer a la humanidad si no se establecen las normas que deben obedecer los gobiernos, sobre todo los de las grandes superpotencias si no acatan los acuerdos internacionales a que se llegue en cuestiones de tamaña trascendencia.

El Dr. Seara, en su documentado libro, llega a las siguientes conclusiones: 1. El Derecho Internacional clásico esta en crisis. Se encuentra en un periodo de transición en vista del progreso técnico en todo orden de ideas y actividades en que actualmente vive el mundo gracias a los descubrimientos últimos, que facilitan las comunicaciones, y a la multiplicación de los problemas sociales que han surgido no solo por la interdependencia real que existe entre los Estados, sino por el adelanto de su vida social.

Un nuevo derecho ha aparecido, que interesa a los juristas mas avanzados del mundo; el Internacional Cósmico, que merece ya no solo el estudio de tales científicos, sino la atención inmediata de los gobiernos, provocando un interés cada vez mayor entre los estudiosos que ya investigan los problemas de derecho que planteo el desarrollo de la astronáutica. Por fortuna, las Naciones Unidas, en su 1 3B asamblea general, comenzaron a tratar asunto de tan alto alcance; la que significa que, en sus sesiones próximas, le dará cada día mas importancia.

El titulo de este libro nos parece el mas adecuado para los propósitos de su autor: los lectores se dan cuenta de la connotación de sus palabras: Derecho Cósmico, es decir, el derecho extraterrestre, el que se refiere al cosmos interplanetario; a la vida que ya existía pero que no había descubierto el hombre y que si no es aun de su dominio, comienza a conocerlo por medio de los sabios aplicados a su estudio con las experiencias de los astronautas.

La publicación de esta obra, hija de un espíritu agudo investigador y creador, seguramente despertara un gran interés general, pero especialmente entre los iniciados en el devenir de la vida en el espacio, y, en particular entre los juristas para quienes esta escrita principalmente, a fin de que ellos den su consejo a los hombres de Estado que tienen que actuar en estos momentos que pudieran ser trágicos para la humanidad; o en los subsiguientes, si nos salvamos ahora del apocalipsis que nos amenaza. Por eso dice el doctor Seara: "Sin duda es necesario construir una teoría general del derecho de! espacio y de los cuerpos celestes, estudiando los problemas cuya aparición se puede prever."

La importancia actual y futura de este ensayo es notoria y de grandes alcances no sólo desde el punto de vista del derecho sino en cuanto se refiere a la política en que vive el mundo, guerra política que puede degenerar en el uso de las armas atómicas, que no creemos lleguen a usarse, porque tal salvajismo significaría no solo el suicidio colectivo de ambos bandos, que serian las primeras víctimas, sino también porque la civilización suprema, los trocaría en homicidas del resto del mundo.